Según un nuevo estudio de mercado más del 85% de los productos que ofrece la industria alimentaria no son saludables .
Según un nuevo estudio de mercado elaborado por la organización
de consumidores Foodwatch, más del 85% de los productos que
ofrece la industria alimentaria a los niños no son saludables, ya que
contienen demasiadas grasas, azúcares añadidos o sal, según los requisitos para
alimentos equilibrados determinados por la OMS (Organización Mundial de la
Salud). Para la organización de consumidores esto demuestra que las iniciativas
de autorregulación voluntaria por parte de la industria alimentaria son un completo
fracaso.
Foodwatch analizó un total de 283 productos alimenticios de la industria que se dirigen a los niños utilizando la publicidad, alimentos cuya composición se comparó con los requisitos establecidos por la OMS para la alimentación infantil. Los resultados son decepcionantes, de los 283 productos, nada menos que 242 no son saludables por su elevado contenido en grasas, sal y azúcares añadidos, en este sentido, la organización de consumidores cree que según los criterios de la OMS no deberían comercializarse.
En 2015 Foodwatch realizó un estudio similar y contrastando los datos con el nuevo estudio, se desprende que la situación apenas ha cambiado, en aquel entonces el 89’1% de los productos analizados no cumplían con los criterios de la OMS, seis años después ese porcentaje se ha reducido al 85’5%, lo que resulta un avance nada significativo. Como ya hemos comentado en muchas ocasiones, las regulaciones voluntarias no son efectivas, el único modo de que la industria alimentaria cumpla es introduciendo regulaciones que marquen los límites de los valores de grasas, azúcares y sal.
En el nuevo estudio se han incluido productos de un total de 16
empresas alimentarias que, en su momento, firmaron un compromiso voluntario
sobre marketing responsable, (en nuestro país el código PAOS), a esto hay que
añadir el acuerdo alcanzado con la UE para mejorar la calidad de los alimentos
en el año 2016. 35 compañías del ámbito de la alimentación se comprometieron a
un marketing infantil más responsable, sin embargo, 10 de los 16 firmantes
ahora sólo anuncian productos poco saludables dirigidos a la infancia.
Parece evidente que inicialmente se han de realizar regulaciones
más severas por parte de las agencias gubernamentales en el campo de la
publicidad alimentaria dirigida a los niños, pero también se debería obligar a
que los productos cumplieran con los criterios definidos por la OMS.
En 2016 la industria anunció que había reformulado 180.000 productos
para reducir el contenido en azúcar y sal, pero no se mostraba de cuánto había
sido la reducción, siendo un dato muy importante. Si se reduce un 5% del
contenido de azúcar de un producto, puede suponer una cantidad insignificante
si su contenido inicial es del 60%, por lo que no se puede hablar de algo
positivo para la salud, porque un 55% sigue siendo una cifra excesiva. A esto
hay que añadir otra cuestión, según una investigación de 2018, algunas
compañías alimentarias reducen el contenido de azúcar y sal en los alimentos,
pero aumentan el contenido en grasas saturadas, por lo que esta reformulación
tampoco es saludable.
En definitiva, es evidente que las medidas y restricciones
voluntarias no funcionan, por lo que es necesario legislar sobre el tema,
enseñar hábitos saludables y divulgar sobre educación nutricional para que la
población tenga mayores conocimientos a la hora de hacer la compra, elegir y
consumir estos alimentos.