Cada 4 de marzo se conmemora el Día Mundial de la Obesidad, una fecha establecida por la Federación Mundial de la Obesidad hace una década, para generar conciencia y promover soluciones efectivas ante esta creciente epidemia.
Este año, el lema propuesto es: “Pongamos el foco en los sistemas, no en las personas, que necesitan cambiar”.
Este enfoque, significa analizar y abordar la obesidad, considerando los factores sociales, económicos, políticos y ambientales que lo influyen, en lugar de centrarse solo en las decisiones individuales. Centrar la atención en los sistemas: salud, alimentación, educación, entornos laborales y urbanos, políticas gubernamentales y medios de comunicación.
Este enfoque reconoce que la obesidad no es solo una cuestión de voluntad personal, sino que está influida por condiciones externas que pueden facilitar o dificultar decisiones saludables.
Es una invitación a transformar el entorno para que facilite elecciones en beneficio de la salud.
La obesidad: una enfermedad compleja
La obesidad es una enfermedad crónica multifactorial, que actúa como un factor de riesgo clave para diversas enfermedades crónicas no transmisibles, tales como:
- Diabetes tipo 2
- Enfermedades cardiovasculares
- Hipertensión arterial
- Varios tipos de cáncer
- Trastornos musculoesqueléticos
Además, afecta la calidad de vida, el sueño, la movilidad y la salud mental.
Datos alarmantes sobre la obesidad
A nivel mundial (2022):
- 1 de cada 8 personas era obesa.
- La obesidad se duplicó en adultos y se cuadruplicó en adolescentes desde 1990.
- 43 % de los adultos tenían sobrepeso y 16 % eran obesos .
- 37 millones de niños menores de 5 años tienen sobrepeso.
Causas de la obesidad: más allá de la alimentación
Si bien la obesidad puede explicarse por un desequilibrio entre la ingesta calórica y el gasto energético, existen múltiples factores que influyen en su desarrollo:
Factores genéticos y psicosociales.
Entorno obesogénico: dificultad de acceso a alimentos saludables y seguros, alta disponibilidad de productos ultraprocesados y falta de espacios para la actividad física.
Factores urbanos y socioeconómicos: desigualdad en el acceso a entornos saludables.
Condiciones laborales y estrés crónico.
En la infancia y adolescencia, el sobrepeso tiene consecuencias inmediatas y a largo plazo:
Riesgo temprano de desarrollar diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.
Impacto en el rendimiento escolar y la autoestima.
Mayor exposición a la discriminación y estigmatización.
La obesidad y su impacto en la salud cardiovascular.
La obesidad es un factor clave en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares (ECV):
Aterosclerosis: la inflamación crónica favorece el desarrollo de placas en las arterias.
Fibrilación auricular: la obesidad aumenta el riesgo de arritmias y accidentes cerebrovasculares.
Hipertensión y sobrecarga cardíaca, que pueden llevar a insuficiencia cardíaca.
Las complicaciones asociadas al sobrepeso/obesidad van apareciendo de forma progresiva a lo largo de los años. Es por esto que destacamos la importancia de llevar un estilo de vida saludable.
Un descenso del 5-10 % del peso corporal puede generar mejoras en el metabolismo y el control de la glucosa en personas con diabetes tipo 2.
La actividad física tiene beneficios cardiovasculares, incluso sin cambios en el peso corporal.
Combinar ejercicios de fuerza y aeróbicos mejora el perfil metabólico y reduce la inflamación. El Plan de Acción Mundial sobre Actividad Física 2018-2030 propone medidas interinstitucionales, como la formación de profesionales en la prescripción de ejercicio para personas con obesidad
¿Cómo prevenir y abordar la obesidad?
Desde el embarazo y primera infancia:
- Control del aumento de peso en el embarazo.
- Lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses, y complementaria hasta los 2 años.
- A partir de los 6 meses introducir alimentación complementaria saludable sin sal ni azúcar.
- evitar alimentos con sal y azúcar agregados antes de los 2 años.
Hábitos saludables en niños y adultos:
- Alimentación saludable y rica en alimentos naturales.
- Evitar bebidas azucaradas.
- Reducir el consumo de ultraprocesados, frituras y productos de pastelería.
- Promover la actividad física regular y reducir el sedentarismo.
- Mantener un sueño adecuado en cantidad y calidad.
- Limitar el tiempo frente a las pantallas.
- Evitar el “picoteo” y organizar los horarios de comida.
Desde el ámbito clínico:
- Enfoque interdisciplinario, trabajando con la persona y su familia.
- Escucha activa para entender motivaciones y barreras.
- Planificación nutricional personalizada.
La obesidad es un problema sistémico. No es solo responsabilidad del individuo, sino de la sociedad en su conjunto.
La Guía española del manejo integral y multidisciplinar de la obesidad en personas adultas (Guía Giro), promovida por la SEEDO, ha sido recientemente actualizada para ofrecer un enfoque más integral en el tratamiento de la obesidad e interdisciplinar en el tratamiento de la obesidad que incluye a médicos, nutricionistas, psicólogos y otros profesionales de la salud.
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